Era una casa en Siena:
las baldosas de barro,
la luz como una aguja
en las ventanas;
los colchones
forrados de mezzeri…
Era un jardín en Orgia;
el rincón más secreto
Era Chianti-cocina, con ganas de
quedarse
o de prender la lumbre, por lo menos …
Era Bagno Vignoni
y su estanque dormido
Era el balcón de Villa Monticello
– al fondo, el mundo desatado-
y era «Unidos» de Arnds von Berlepsch -escultura-
Era un hermoso sueño
Fue verano.
febrero 14, 2006 en 11:36 pm
Este viaje deriva hacia el Mediterráneo. Pobres de los hiperbóreos que se lo pierden.
¡Vivan el feta, las aceitunas y la manzanilla de sanlúcar!
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febrero 23, 2006 en 8:47 am
Siempre me ha llamado la atención el uso que haces de los tiempos verbales. Aquí esa cadencia rítmica del «era», que remite a los cuentos y al despliegue de lo maravilloso, para rerminar con el «fue» que no despliega sino que concluye, y, con ello, la suave nostalgia del poema se hace más pesada, inevitable, densa.
Yo también he soñado tanto con Italia que me duele.
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febrero 23, 2006 en 3:26 pm
Habrá que irse a Italia, pues o al cielo sobre Berlin o a Varsovia o a donde quiera que nos lleven los impulsos. Nunca se arrepiente uno sino de lo que nunca hizo. Ánimo Jabbs, en ese sueño posible, porque lo es. Y que los imposibles se desintegren, como en la escultura de von Berlepsch.
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