No mires a tu espalda –le advirtieron-
Le habían advertido tantas cosas…
No hables con extraños
No maldigas
Siéntate bien
Sé buena
Sé ordenada.
No pudo contenerse :
quiso ser ella
por una vez
quiso
meter la pata
mirar donde no era
atisbar la rendija
pegar
la oreja
a la pared del antes
Se equivocó.
Ahora
en el vacío
se hizo de sal
su voz de estatua quieta.
La broma
de una queja
de una mujer
sin nombre
octubre 30, 2006 en 10:50 am
Revisado Jabber. Gracias. I
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octubre 30, 2006 en 11:04 pm
Profundo, con o sin revisiones. Dramático también. Las palabras, los principios, las convenciones, cuando se resecan, pierden su sentido y se convierten en cárceles.
Creíamos haber construido la libertad y tan sólo la hemos imaginado para unos pocos. Somos los mismos locos jugando a dios que cargaban de cadenas a los diferentes, en todas las épocas, en todas las culturas.
Cuando podamos dejar de lamentarnos, habrá que seguir con la tarea de buscar al ser humano, de reconocernos, de liberarnos.
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