Nunca tuve sosiego
y si lo tuve
lo confundí pronto con el chocolate
o con la bici de cuando fui buena
Busqué donde no había
quise mucho
Me dejé la inocencia
hecha un guiñapo
a las puertas de un tango que era de otros
y creí merecer lo que tenía
¡Dos y dos eran cuatro en todas partes!
Y sin embargo; ahora,
hoy ,que ando a tientas, casi
que no sé de raíces porque el suelo
parece hecho de algodón de azúcar
Tengo el alma temblando en lunas llenas
Y nada, nada más, nada más nada.
mayo 15, 2007 en 10:30 pm
Cómo calienta el corazoncillo el temblor de la esperanza de que nunca nada más nada, y que si tan dócilmente asumiminos que merecemos lo que tenemos, tanto más habrá que asumir que tal vez más aún merezcamos lo que deseamos.
¡Aunque a veces no salgan las cuentas, qué caramba!
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mayo 16, 2007 en 3:31 am
Gracias Jabbs. Besos
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mayo 16, 2007 en 9:03 pm
Magnificos poemas. Cada vez eres más tú.Y el grito se invento para ser gritado. Por el alma. por la boca.
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mayo 16, 2007 en 9:45 pm
Gracias, Colt. Puedo gritar. Debería hacerlo más. Besos.
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octubre 19, 2020 en 3:39 am
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