Como todos los días, nació de su geoda. Hacía todavía algo de fresco y descubrió con horror, que no sabía nada. A su lado, envuelta en lo que parecía un huevo aún mayor que el suyo, vió una figura enorme. No parecía peligrosa y se hallaba muy quieta.
«¿Quién zserá?»… se preguntaba…
De repente, la figura se movió. Del huevo grande, que no era como el suyo, duro y translúcido, sino blando y suave, como de plumas, surgió un ser. Tenía brazos y piernas como los suyos, solo que unas veinte veces mayores. Llevaba una melena larga y oscura, revuelta por haber estado echada. «Es como yo pero grande, se dijo».La grande, se giró. Miró hacia ella con una mezcla de sueño y despiste. Algo, no se sabe cómo, impulsó a la pequeñita a lanzar un grito de auxilio. Salió sin querer, como si estuviera programado por algún extraño código impreso en su garganta. De no sé dónde, la pequeña sacó fuerzas y gritó algo que ni ella entendía:
«¡Iubiiubiiubiiúuuuuu!».
Inmediatamente, la reina Iubira, extendió una mano suave del color de la arena. La pequeña tembló.
-«No te asustes» Mim,peque, que soy yo. Mira, toma, sécate, nacer es duro, dijo, mientras le tendía una gamuza que la cubrió casi por entero. La Mim se refrotó contra ella como un gatito saludando a su madre.
-¡Qué bien huelessszzz!, dijo , Hueleszzz a a a
-¿A mamá? repuso Iubira con la paciencia de todos los días, cada día.
-¡A mamá! iubiiubiiiúuuu, Iubiyúuuu . Eres Iubiyúuuuu y hueles a mammm ¿Iubiyú?
Iubi, dijo la reina. Puedes llamarme Iubi.
¡Iubi…., yubibyyúuu iubiiubiiubiiubiiubiiubiiubiyúuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu! danzó la Mim, junto a la hoguera, entre los libros, por los cacharros. ¿Y si tu ereszzzz YUbiyúuu ? entonces… ¿Quién zsoy yo? Tú no tienes eztasssszzz , estaaz …?
-Alas, Mim, tienes Alas. No, yo no tengo alas
¿NO TIENEZ ALAZ ? y ¡EREZ GRANDORRRAA!. Entonces yubiyú, entonces no eres Mamm¿?
– No Mim, tú naciste sola. De la geoda.
Ohhhhhhhhhhh (exclamó la mim con aire abatido) Ohhhhhhhhhh, tengo una jieeoooda mmuy raspusosa, y brillodurusia y no sé QUIEN SOY, NO SÉ DÓNDE ESTOY, NO SÉ nada, ¡Yubibyy– yúuuuuu!. Y soltó un lagrimón, que le acabó de aclarar los ojitos, verdes y perspicaces.
Iubira la acunó un ratito.
-«Tú eres la Céfiro Mim del Delta…¿ Quién dijo tristeza?
Las Mim son alegres compañeras de viaje…
Nacen todos los días, por eso
olvidan el dolor
y todo lo demás…Y, por eso,
son frágiles y fuertes aladas y sólidas..
Eres la Mim»
¡ZSOY LA MIM, SZOY LA MIM SOOOOOOY LA MIIIIIIIM YUBIYUBIYUBIYÚUUUUUU!. Qué rico abrazas, Iubbi, qué rico lo haces todo. Tengo hambre, tengo fríoorrooo, tengo sed,¿ Cuando nozvamoz?,ametralló Mim como todos los días a la pobre Iubira, que en un nuevo alarde de paciencia, le tendió una nuez, un abriguito de fieltro adecuado a su tamaño, un dedal de agua, una hoja para el sol de la mañana y lo mejor de todo, dos pepitas de chocolate y un hueco, hecho sólo para ella, en su mochila.
-¡Mim!
-Sziiiiiíiiiiii, susurró distraída, mientras se probaba el abrigo mirándose en el reflejo de un tazón.
-Metete aquí dentro que se va a despertar el Jabberwock. No le van los sobreagudos a estas horas.
-¨YUubiyubiiiiiyúuu¡glups! cerró la boca, al contemplar el bicho más enorme, suave, rojo y de garras, ojos y colmillos más temibles que imaginarse puedan. Se escondió en la mochila y espió por un agujerito, que parecía que estuviera allí a propósito. «·Asi que eso es un yaberrrr…¡jieodasssszz! es enooodmósimo.
Jabberwock se estaba desperezando. Iubira se encogió de hombros y con toda paz, se agachó a reavivar la hoguera, para prepararse un té. Un día más, acababa de amanecer.
(Continuará)