Caballos en huída se desbocan
hacia el fondo del valle de Iubira
No hay tregua
abatanan sus cascos la piel
los tendones y los huesos
Una humedad pastosa
llena los párpados
de vacas amarillas
El agujero incierto
se precipita al mar
Se abre el cuarto sello
Zelós tensa su arco —carcajada de luz, blancas las sienes de crueles victorias—
Glorioso el día en que quisiste interponerte , necio
Mueran primero, pastafaris del cosmos, ilumínense
Caballos en huida se desbocan
Hacia el fondo del valle de Iubira
No hay tregua
Abatanan sus cascos la piel, los intestinos y los sesos
Negro es el segundo;
raciona avena y trigo para el pobre, aceite y vino se derraman sin tasa hacia las ubres cerradas de las élites
Muere , famélica legión sin pies ni puños
Caballos en huida se desbocan
Hacia el fondo del Valle de Iubira
No hay tregua
Abatanan sus cascos la piel los tendones y los sexos
Bayo galopa , esparciendo su hedor de mil putas,
¿Qué te has creído ? Una humedad pastosa
llena los dientes de bilis amarillas
Vomita, imbécil, muere.
Caballos en huida se desbocan
Hacia el fondo del Valle de
Iubira
No hay tregua
Abatanan sus cascos la piel los tendones y los sesos
Una humedad pastosa
llena las tumbas de niños amarillos
De madres ululantes
De viejos desdentados
De rabizas haldudas
De jóvenes promesas
De poetas que un día se creyeron que en el principio era SU palabra
El agujero incierto
se precipita al mar.