Hay un sol de azafrán
un cielo azul
y una nube
mojada en desayunos
que nunca tomé contigo
Despierta, me niego
naranjas y uvas
y encarcelo el don de la caricia
por el temor de verlo derramado
Y sin embargo
cuando me desabrocho el corazón
huracanes de ti lo llenan todo
Allegro, ma non troppo
Hay un sol de azafrán
un cielo azul
y una nube
mojada en desayunos
que nunca tomé contigo
febrero 14, 2007 en 9:33 pm
y encarcelo el don de la caricia
por anhelo de verlo derramado
por el ansia… etc etc
Cada vez que leo esto me parece más y más horrible. Será la absenta.
El otro día un ex alumno que me escribe de vez en cuando me dijo que había encontrado la «solución» a mi pregunta de por qué escribía. Me dijo «escribo para soltar lo que tengo en la cabeza y no tenerlo más» Algo de eso va a ser…
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febrero 15, 2007 en 10:32 pm
De horrible nada. Nunca somos buenos jueces de nuestra propia obra. Quizá lo dices porque comunica demasiado, por que es más directo que otras cosas. Eso no tiene por que ser malo, escribimos para liberarnos, pera también para establecer comunicación.
Es un poema lleno de imágenes que llegan y achuchan el corazón.
Salud.
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marzo 12, 2007 en 8:20 am
Tiene razón Colt, este poema es como una crecida en el delta, y tal vez sea eso lo que te incomoda.
Pero es que es lo que tienen los deltas, y también lo que los vuelve feraces, hervideros de vida…
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