Sé lo que dices
y lo que te callas;
Recorro con los dedos
tus arrugas
por saberte todavía
y aún todavía,
beso;
Miro,
te veo todo en ti;
No necesito
oídos, ojos, mente;
Alma sola
me basta
para llegar al mismo
centro tuyo
No temo nada ya
-tengo la esencia-
Sonrío y lloro mucho
¡me abres la corteza en puras migas!
Y- ¿sabes?-
cuando me despierto por las noches
sigo escuchando, extrañas,
absurdas,
luminosas
canciones de amor,
para un amor sin ruido
mayo 23, 2007 en 9:45 pm
Aunque por un lado rezume nostalgia, por otro este poema le habla al oído de la sorpendente, balsámica opción de que nuestra vida quede llena de nuestro propio impulso, y no ligada a la respuesta recibida.
Como una nana destinada a fortalecer y tranquilizar el corazón de un niño.
Me gustaMe gusta
mayo 24, 2007 en 7:55 am
Gracias, Jabbs. I.
Me gustaMe gusta