En la última semana he recibido no menos de tres artículos acerca de supuestas mejoras estéticas que se consiguen a golpe de bisturí o inyecciones milagro. Las novedades son, como mínimo, inquietantes, por no decir que me causan cierto asco y bastante preocupación. Almohadillas falsas para que los pies soporten los taconazos, remodelación de nalgas, pechos u ojos para que; si una es blanca, parezca negra y si es asiática, blanca. Decoloración o pigmentos para la piel, absorción de la grasa en el interior de los muslos, afilado -atención odontólogos- y apiñamiento de dientes para crear una «sonrisa ingenua e infantil», cirugía destinada a rejuvenecer y ¿embellecer? los genitales. Hilos tensores inyectados por todo el cuerpo para que no se note que la piel ya no tiene veinte años, que la vejez es fea y hay que ocultarla…
La cirugía reparadora es, sin duda, un bien necesario. Ayudar a personas que sufren enfermedades o accidentes a recuperar una vida normal o la confianza en sí mismas es un logro. Con todo, el tiovivo del que hablo más arriba, nada tiene que ver con eso. Es pura y simplemente una máquina tragaperras, que juega con el físico y la mente de personas.
El caso es que la labor de zapa en la mente de las mujeres empieza desde bien pronto. En casa, en las series infantiles; hasta en los anuncios de juguetes se nos envían todo tipo de mensajes que confunden identidad y aspecto, parecer con ser y tener con lograr.
Cada año es una cosa. Los pies, los ojos, el trasero, el pecho, el ombligo, los tobillos, las rodillas, el blanco de los ojos… La parte por el todo, para que el negocio de la insatisfacción no deje de crecer y el río de dinero siga fluyendo. Lo peor es que me reconozco en las mujeres que se miran en los espejos de los probadores con aire desalentado. Recuerdo cuántas veces me he avergonzado de mis caderas, mis piernas o mis brazos y me dan ganas de gritar. Metonimias perversas.
septiembre 15, 2014 en 10:30 am
Ya tenemos bastante con la lucha incesante contra esas bolas de pelusa que el universo se empeña en que surjan por todos los rincones de la casa…
Besos, Iubi
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