Ser un hada es difícil.
Casi nadie las ve,
solo su halo,
brilla, a veces, en el cabello de las hadas
para un par de suertudos.
La mayoría, empero,
ciegos y tontos,
quedan descolocados
ante el paso de un hada
Sin saber que -a las hadas-
nunca les importó ese desconcierto.
Ellas, que son de luz,
tienen misiones. Cosas de hadas que casi nadie sabe: amar, mover montañas, provocar tsunamis interiores, transformar en color todo lo feo…
Son tareas pesadas.
Por eso, a veces, solo a veces,
Algún hada,
En un acto supremo de amor y de aleluyas
Parece que se apaga
Es entonces cuando las otras hadas, la rodean, la alzan en el aire
y causan en nosotros
una lluvia de estrellas
Que nos bendice y lleva
a la verdad de todo.