Tierra Iubi. Mar de Iubira…

La mar de ideas. Cuentos y poemas del Delta, la Duna y el Páramo


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Cuatro

Cuatro esquinitas tiene

Nuestra Esperanza

Cuatro luces se alegran

Amor avanza


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Lo salvaje

Lo salvaje

habita

los días de lluvia

Se acomoda

bizcocho

Como si no fuera

Tiene

un duermevela;

reflujo

dispuesto a arrasarte la lengua.

Tal vez

Esta vez

Por una vez

De una buena vez

Abraces lo salvaje

Y se rinda

Como se rinde el cuerpo

a los días de lluvia.


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Tres

Tres luces nos susurran

Por el camino

Que la noche se acaba

Que viene el niño


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Dos

Viene,

Luz en camino,

A darse todo.


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La grieta

(Para Gabriel)

Es oro

La desazón del caos

Lento el magma,

-lengua de todos los dragones-

mudo por siglos

Es oro

necesita crisol

No tengas miedo

Nada habrá que lo impida

Sólo

Sábete pobre

y canta

a voz en lava

«A change is gonna come!»

https://youtu.be/wEBlaMOmKV4?si=Gmbe2cfBJh-Mwcoz


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Una…

Una vela encendida

Hiende en canal lo oscuro

Sol que se anuncia


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Nada hay

Nada hay

más amable

que el hocico

de un gato;

Feroz

Dulzura

Elegida.


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Qué bueno

Qué bueno, tener a mano

Un abrigo de verbos

para darse.

Y aún cuando no, ¡qué bueno!

Restañarse la herida

en algodón suave de sintagmas

La Silenciosa sintaxis desangrada


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Las mujeres almario

Las mujeres almario
Se abren de brazos
En el río del alma
llena de pájaros.


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Tanta es la urgencia quieta de las flores

Tanta es la urgencia quieta de las flores

Que recurren sin dudarlo a las abejas

Entregan lúbricos ríos de néctar

Promesas de miel , jadeante polen

Abren desvergonzadas corolas a los pájaros ¡ Ah, los colibríes!

Tientan a mariposas de alas suaves

Seducen a pudorosas mariquitas

A abejorros sin número

A pulgones, a hormigas , a dedos y a narices

Les palpita la savia

¡Es tanta la urgencia quieta de las flores !


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El sueño de Corellian

“ Horarios macabros me devoran , así, por estos días

Pronto terminarán”; se dijo el gato

que veía por dentro las palabras

Se ocupó de frotar las mejillas en los muebles, de instalarse en su ropa, de olisquear, minucioso, sus zapatos

Desdeñó el alimento. Sabía que ella volvería con ambrosías saladas

“¡Ah! Horarios macabros me devoran, así, por estos días. Pronto terminarán”

Pensó el gato que veía por dentro las palabras

Justo cinco segundos antes

de aperezarse al sol para dormir.


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Cuando me vaya

Cuando me vaya , díselo a las abejas

para protegerte de su dolor

Recuerda usar la saya de pliegues

Envuelve las colmenas

susurrando mi nombre

Dales quietud

Déjalas unos días

Visítalas y díselo

para que cuando las despiertes y te huelan

te sientan suya

Y transformen penumbra

en nueva miel.


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Nunca fue el otoño

Nunca fue el otoño

Nunca las uvas

Ni la luz despidiéndose en las hojas

Ni las voces desabridas de los zorros

Nunca las mañanas heladas

Ni la huida puntual de los vencejos

Ni el cielo ,

naranja amarga de lluvia sin pájaros

Nunca fue el otoño

Y siempre la nostalgia


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Lechuzas

Las lechuzas son esos pájaros que se dejó olvidados el pequeño Amadeo Modigliani en su libreta de dibujo.


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“Doneto, ma non droppo”

Dolió dudar, dolió desguarnecerse , 

Devanarse de dedo a dedo 
duro
Diente, despecho  de dragón doruro 

Dédala derretida , deshacerse  
Dïana de diamante, demediada,

Desgastado denuedo, dulce drama
Delicado discurso de dorama; Dafne de día, dríada dorada 

De durazno a durillo , desgastada, dejose 

desherbar, desbravecerse 

Desleída, donose , deshebrada.

Dánae, de  dioses deseada,

decidió, desnortada  decrecerse, 

Dictis, Dineo, ¡ Dacapo, desdichada!

Dandelia Doralís,

desvanecerse.


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Caballos en huída se desbocan…

Caballos en huída se desbocan
hacia el fondo del valle de Iubira

No hay tregua

abatanan sus cascos la piel
los tendones y los huesos
Una humedad pastosa
llena los párpados
de vacas amarillas
El agujero incierto
se precipita al mar

Se abre el cuarto sello 
Zelós tensa su arco —carcajada de luz,  blancas las sienes de crueles  victorias—
Glorioso el día en que quisiste interponerte , necio

Mueran primero, pastafaris del cosmos, ilumínense

Caballos en huida se desbocan

Hacia el fondo del valle de Iubira 

No hay tregua 

Abatanan sus cascos la piel, los intestinos  y los sesos

Negro  es  el segundo;

raciona avena y trigo para el pobre, aceite y vino se derraman sin tasa hacia las ubres cerradas de las élites

Muere , famélica legión sin pies ni puños

Caballos en huida se desbocan 

Hacia el fondo del Valle de Iubira

No hay tregua 

Abatanan sus cascos la piel los tendones y los sexos

Bayo galopa , esparciendo su hedor de mil putas,

¿Qué te has creído ? Una humedad pastosa

llena los dientes  de bilis amarillas 

Vomita, imbécil, muere.

Caballos en huida se desbocan 

Hacia el fondo del Valle de 

Iubira

No hay tregua 

Abatanan sus cascos la piel los tendones y los sesos

Una humedad  pastosa 

llena las tumbas de niños amarillos 

De madres ululantes

De viejos desdentados

De rabizas haldudas 

De jóvenes promesas 

De  poetas que un día se creyeron que en el principio era SU palabra 

El agujero incierto 

se precipita al mar.


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Gracias, Epicteto

¿Por qué te me escapas una y otra vez ,

cruel y esquiva

y me miras de soslayo y me tratas de tú?

Sábelo bien,

Cercano está el día en que te dome

Ahora , aún te me huyes y haces como que no me ves

Escóndete, Poesía

Ignoras que te espero, a la vuelta del árbol,

con el arco pegado al hombro izquierdo ,

dispuesta a traspasarte

de palabras. 


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R u a C H

A mi amigo Jose Luis y a Febrero del 93.

En el cenote del dolor oscuro

Se quiso un día sumergir la Aurora

Casi se ahoga, agonizaba

herida

Un 129, un 130, Un De profundis Un ¡Ven a mí , Ahora!

La RuaCH la escuchó

Llegaba el día

Rescatada la Aurora, amanecía

Partiose la RuaCH, Alba incendiose

Trocose la amargura en Alegría

Cenote en Llama

RuaCH

Zarza encendida.

Aquella brisa suave, Aurora ungida

Rugiole al LeViaTHaN

¡Ni se te ocurra !

ANÍ TOV, HAI !

El bien soy, ViviendodoylaVida


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Octubre 24

El cielo era una naranja amarga

de lluvia sin pájaros


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Caperugris

«¡Ja -Paladeó Caperugris-;

Otro lobo daltónico!» …

 

 


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Historias Felices en cuatro palabras (2)

Mamá: Amor. Enjundia. Entiendo


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Una liebre

Una liebre

escapa entre los surcos

Luna llena


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“Tengo libros y sé cómo usarlos”


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Haiku para mi madre

Las rosas nuevas

En el rosal de oro

Hieren la niebla


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Nanas del ciborg

Si pudieras dormir

Si pudieras

Soñarías con circuitos líquidos

Con significados para palabras como emoción o tristeza

Con besos

Con cosquillas

Si pudieras dormir

Si tú pudieras

Se aliviaría tu memoria.;

Pondrías en paz tus bases de datos

Entenderías lo frágil

Por eso , a veces, te reinicio.

Con la esperanza de que me comprendas


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A Yael Borkow (Yom Kippur)

No olvidaré tu cara ni la mía

Ni el dolor
Ni las lágrimas
Ni el miedo
Ni la sangre ,que golpea en mis pulsos,
Olvidará jamás.
No olvidaremos
Y mientras quede una sola garganta que lo grite
Un aullido al cielo de la tarde
Una mirada
Que desafíe el caos
No olvidarán
Y tú. Y yo y ellos,
Y el mañana sin rostro
Y el presente que se derrama imperceptible
Seremos en el sol de la tarde y en el amanecer del día
Rugido poderoso de quien vive.


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En una estrella azul

En una estrella azul vivía una niña

Que se montaba en todos los tiovivos

reinaba en los juguetes,

en los dulces mejores,

en canciones que sabían a lluvia

A aquel lugar se llegaba enseguida

Se cerraban los ojos ; se decía :

«Papá, la estrella azul”

Y el padre, desgranaba ; sin importar problemas o cansancio,

Un “Habíííía una vez”; con tilde en el “había “…

Hoy, que no puedo cogerte de la mano,

Daría cualquier cosa

Por cerrar bien los ojos y decir

-Papá: “La Estrella azul “

Y escucharte de nuevo

Aquel “habíía una vez “

Como una nana.


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Inocencia (28 de Diciembre )

Un corazón puro -dijo el ángel-

Va por el mundo bañado en Inocencia

Contempla con asombro aspid o flor

La ternura lo arropa con su velo

La mentira lo ronda,

El Mentiroso se precia de colgar corazones de niños en la adarga

No cuenta nunca con que la Inocencia

Que es la Luz misma,

Hace inútil su alarde de payaso

Un corazón que late en Inocencia

Es escudo y espada contra el miedo.

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Soy un eficaz ratón de campo

Soy un eficaz ratón de campo

Voy buscando semillas, grano

Escaramujos,

Soy un eficaz ratón de campo

Durante un tiempo

Creí ser ratón de biblioteca

No pude. Amaba demasiado

Las palabras

Soy un entusiasta ratón-león de libros

De vez en cuando

Observo alguna casa

Por ver si , de los huecos, alguno

Pudiera ser hura o despensa

Yo soy un eficaz ratón de campo

El otro día

Atisbé tras un seto

Venías, cargado de promesas de maíz

¡Tenías libros!

No lo dudé

Estoy aquí , te observo

Yo sólo soy

¡Un eficaz ratón de campo!


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12 del ocho del 19

Esta noche habrá lluvia de estrellas

o – como cuenta Mónica Fernández Aceituno-

Habrá Ángeles que vuelen con sus jarras de oro

Para llenar de aceite los olivos

Esta noche es noche de perseidas

Y mientras tanto yo, pataleo en la cama, pensando que otra vez

Cae el cielo cuajado

Y estoy sola.


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Que te elijo, silencio

Que te elijo

Silencio

Cuando tristeza

Me entrecava los hígados

Que te elijo

Y me tapo contigo

Cuando se me deshojan las palabras

Silencio

Que te elijo

Porque si elijo grito

Me desgarganto toda

Te elijo,

Ven, Silencio

Y abrígame

los ojos

O los labios,

resecos de decir

sin hablar nada.


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Cuando uno mira

Cuando uno mira el mundo

Nunca piensa

Que luego será otro…


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Que no hay

¡Cuántos mundos se viven

De células adentro!

Qué absurdo del yo hago

¿Que no hay yo amo,

respiro,

palpito,

Tú ,sientes?


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Cuando éramos niños

Recuerdo la largura y anchura del verano,

Los ojitos brillantes

de las lagartijas en las tapias

Lo fresco de los patios

la necesaria pereza de la siesta

—la tarde suspendida—

Las ganas de aventura a pie descalzo

Recuerdo nuestras caras, manchadas de ciruelas,

los churretes de barro,

las esquilas,

Recuerdo que hasta el riego era una fiesta

Y que el dolor era cuestión de mercromina

Recuerdo cómo todo era posible

Cuando éramos niños.


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Arquímedes del ego

Todo cuerpo

Ni celeste ni opaco

sumergido en un ego

Experimenta un descenso

Al abismo

Igual al volumen del ego que no desaloja

Es lo que pasa

Cuando los cuerpos ni opacos ni celestes

Olvidan que hubo días

En que fueron un alma.


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A veces

A veces

un cielo azul

no basta

para curar un alma

pero aligera el peso de los días.


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Soledad

Hermosa

Dulce amiga

Escucho tu canción

Y lo que enseña

Soledad

Y qué injusto

que tu lugar lo ocupe la tristeza.


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A fondo

Toda la noche había soñado con pájaros, pájaros pequeños, del tamaño de un pulgar, muertos en sus jaulas.
Odiaba esa pesadilla. La última vez que la tuvo, la despertaron de madrugada para contarle que su abuelo estaba agonizando.
Ahora era ella la que se incorporaba en la cama, casi de un salto, con la boca pastosa y un peso entre las cejas.

-«Rompe con ese bloqueo», le había aconsejado su terapeuta, cuando le hablaba de sus fantasmas. » Es importante que aprendas a cortarle el camino al miedo. Cuando sientas angustia, cambia de actividad: date un paseo, ordena el armario, dúchate, depílate ¡Lo que quieras! pero a fondo. Procura poner los cinco sentidos en lo que hagas.

Siempre había sido dócil. «Tal vez la ducha me ayude a saber dónde está el suelo», se animó mientras reptaba hacia el cuarto de baño.

Antes de meterse bajo el agua, rebuscó en el cajón del armario hasta encontrar una maquinilla nueva. «A fondo, Aaaaaa fondooo» comenzó a canturrear al sentir la ducha tibia.

El primer corte la sorprendió un poco. La quemazón en el tobillo dio paso a un hilillo rojo que se empeñaba en huir hacia el desagüe. «En las rodillas, la sangre es más oscura» constató al advertir un segundo borbotón pegajoso. «A fondo, probó en las muñecas. Recordaba cómo Dimas le dijo un día que a veces el dolor físico es mejor que el dolor de alma…a fondo…
A fondo…en los muslos se dibujaban dragones chinos, obstinados en un raro desfile. A fondo, deslizó un dedo mojado desde la nuez al hueco entre las clavículas.

A  fon…do


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La belleza

La belleza sorprende

Sin defensa posible

empapa desde dentro

Desarma

Sobrecoge

Va más allá de ojos o de modas

Nunca se da en el ruido

La belleza

Te aquieta y te sacude

Intensa y suave

No es temblor, es ola

Y ¡Qué ganas,

Belleza,

de inundarse!


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Otra vez, otra…

Te buscaba en los charcos

Entre los agujeros de las redes

En el juego tahúr de las palabras

Te busqué, me buscaba,

Me sorprendí de nuevo

Atada por el hilo. El hilo

que esta vez era nuestro

Esta vez sí, dijeron las sirenas

Esta vez, esta vez, replicaron

Los corales cansados

Las anémonas

¡Cierra los ojos! ¡nada!

Decían, las estrellas de mar desde los fondos

¡Nada! gritaron caracolas

de espiral imposible

Sentí el tirón del hilo

Lo sentía

Me reventé del ombligo a la boca

Nada ¡Nada!

Y nada

Nada

Nada

Amanecí en la orilla, otra vez,

Otra…

nada


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Era tu pelo (A la Muy honorable Princesa Bruja Traspiés)

¿Recuerdas?

Era tu pelo

Eras niña

Y yo

Siempre tendré esa foto en mi retina

Eras hibisco y eras

La delicadeza.


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Vivo en el mar de trigo

Vivo en el mar de trigo

Me asomo, cada día,

a ver sus oleajes

Me despierta

el olor terrenal de las espigas

el quererse los pájaros que nadan

en este mar de pan

Cinco amapolas rojas,

se disputan la linde

Aquí, en el mar del trigo,

Sólo se impone el sol.

Aleluya del agua

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Un aleluya de agua

Cae

Sana

Agua

Sobre justos

e injustos

Y el cuerpo ¡tan sin peso!

Por una vez es agua con el agua

Resurrección

del Wadi

Aleluya

del

Agua


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Abrazo

Me queda la memoria del abrazo

De ti, cuerpo que acoge

De las ganas

de bucear, a pulmón libre, en el beso

¡Es tan tuya la forma de dejarme

indefensa y segura …!

Me queda la memoria

De perderme de nuevo al encontrarte

Me queda la memoria de tu abrazo


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Cosmos

Tus labios en mis ojos

Coinciden un instante

Inevitables -dices-

Cosmos

Digo


Sirenita 3.0

Cuando Sirenita 3.0 descubrió sus piernas, se hizo un selfie y lo reenvió allende los océanos. Alma… pensó ¡ja!


Milagro, Sol y Luna

Hay milagros diarios. Fenómenos de atmósfera

,dicen,

Los que dicen que saben.

Yo

Solo vi el milagro,

De la luna y el sol, besándose de lejos, y ambos ,despidiéndose,

Para que no se viera,

Que en el fondo uno

Y una

Comparten cielo.

Yo lo vi. Ve la prueba

Y … si ellos

Habitan

Una realidad curva como otras,

Oscura , como tantas

Y fría, como el Cosmos;

¿Por qué no puede ser

Que tú y yo

Compartamos

Luz en la oscuridad

En ese soplo frágil de un

AHORA?…


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En Gádahar

En Gádahar,

era siempre verano

La acequia rebosaba

Las estrellas huían cada noche

por encima del olor de las lavandas

En Gádahar

-la tierra de unicornios-

Vivir era un columpio,

Y correr sin cansarse

entre surcos de tierra

En Gádahar el tiempo se paraba

Por eso,

Cada día

Cierro los ojos y vuelvo, por un momento, al sitio

Dónde sé que me esperas

Y que hoy es hoy

En Gádahar.


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Fénix

Eres un Fénix

dijeron

Y se dieron la vuelta

para no verla abrasarse.


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Mariposas azules

Suaves

como un susurro

pequeñas mariposas azules

vuelan

de la arena a la hierba

de la hierba a mis pies,

a mi brazo, a mi hombro

Un arroyo

corre sin saber cómo

A veces los milagros

suceden

en silencio


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A galope tendido

Me canso de esperar

Me puede el ansia toda

No aguanto

esta lluvia clorhídrica en plena madrugada

¿Será verdad que solo estoy dormida?

Pero los ojos duelen, duelen los muslos

Duele este viejo corazón de tripas

hecho.

Duele y sin embargo

¡Qué ganas de vivir a galope tendido!

Me puede el ansia toda

Ya no espero.


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Ahora

Ahora

Que tengo tantas ganas

de navegar a Ítaca,

Que el viento

Me susurra

las palabras precisas

Ahora,

que el corazón me pide

volar

al sur o al este

No me aguantan los pies

varados en la arena

Con la próxima ola

me habré ido.


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Estar y ser

Estar y ser

Movimiento y

Raíz

Sólo quien nace

nadando en los dos verbos

Percibe su redonda maravilla

Estar y ser

Presencia y transcendencia

O ser y estar

Don y regalo

Que no es lo mismo estar o ser aquí y ahora.


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Tikún Olam

Si cada uno viera

Si tan solo un instante

Amásemos

Si nos diéramos cuenta

De que somos el mundo

En nuestro añico roto

Entonces, se daría

Tikún Olam

El alma de las almas

Seríamos el TODO


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Y bajo el hielo

Y , bajo el hielo,

Un corazón de miel

Espera …


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Soy todavía

Soy todavía un puerto

Vienen los días

noches

Se van médulas

Linfas

Plasmas ciegos

Vienen escalofríos

Vuelven

Arañazos anónimos

Pleuras rotas

Parten caricias

Regresan

besos

en los párpados

Acaban

aquel día

En que pasaste

un dedo

suave por mis cejas,

otro -muy otro-

debajo de mi ombligo

Soy todavía un puerto

Entre mis muslos

Una dársena dulce

Espera.


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Tanka de la escarcha (vuelta)

Bajo la luna de otoño

Las hojas caen

Un zorro grita

Cuando la escarcha llegue

Seguirá mi calor

Late contigo


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Tanka de la escarcha

Las hojas se aferran

todavía al árbol

Un zorro grita

¿Cuándo el hielo las rompa

seguirá tu calor?


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Llover

Llover

¿Llorar?

Llover

Lloverse

Convertir en riada la riera

Y lloverte por dentro

Y deshacerse


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Me pica la poesía

Me pica la poesía

Me hurga por las tripas

Me desata

Me llueven las palabras al estómago

Me desazono toda

No concibo

La vida sin decir

Corazón mudo

No es corazón

Es trapo

Me pica la poesía

¡Si no cuento, reviento!


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Caminar

Caminar

Parece un acto simple

«Caminar es querer ir a algún lado»

Dijo su abuela

La niña quiso, fue

Mas no era solo ir

Caminar era

respirar,

conocer , sentir el frío, el sol, bañarse en

Poza oscura

En mar abierto

Y la joven pensó ¡caminar es tan ancho!

Y quiso, conoció, salió temblando, le ardieron los caminos

Caminar es querer

Se dijo un día la mujer de caderas redondas,

Y quiso y caminó penas prietas, pasos pequeños, saltos de gigante

Caminar ¿era esto? Se dijo, algo cansada

Se asomó al borde de la senda

¿Caminas? Le preguntó una niña

Ella Pensó: Camino, amo, soy

Contestó ¿Caminar?

«Caminar es querer ir a algún lado…»


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Camino entre los surcos

La luna mira

otra noche de cárabos

Olor a tierra


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Pequeñas cosas

Un pellizco 

Un pinchazo tan mínimo

que apenas sí se ve

Un soplo

En el fondo del hara

Un ¿ves?

Una fisura del todo imperceptible

Sonríe, olvida, quita
Mira hacia el otro lado

Porque si un día te acercas 

Huracanes  sin nombre
Te  arrasarán  los ojos. 


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Cuando llega

Cuando llega la noche 

 Y me envuelvo en el nido de las sábanas

me ovillo, me acurruco, 

me cubro la cabeza

me acuno desde dentro  

con los ojos cerrados

Sueño  con

un abrazo

una  mano en mi pelo

Y otra en mi cadera

una caricia-abrigo

con que cruzar  a salvo

el río de otra noche.


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Cuando vengas

Cuando vengas será 

un día de sol, 

de sábanas tendidas

Vendrás y el cielo parirá 

pequeñas nubes blancas

Olerá la lavanda

Zumbarán las abejas

El aire será siempre de sábado a las once

El café olerá rico

Habrá pan recién hecho

Cuando tú vengas

El olivo y la encina serán viejos amigos

Los geranios del arco te rozarán la cara

La arcilla del botijo rezumará agua fresca

Cuando vengas, el tiempo será hoy y ahora, sólo Ahora

Y en el espacio, un SOMOS se reirá de los mapas


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Hubo una vez

Hubo una vez un niño,

-casi un joven-

que buscaba palabras debajo de las hojas

Su ansia era tan grande

como grande era el mundo

que se abría a sus ojos, a su lengua,

a sus poros de cachorro destetado

Sin perder un segundo

consumía los verbos

paladeaba adjetivos

rompía  las flexiones y los grados

Se bebía de noche las coplas antiguas

y aullaba en  las esquinas

pentámetros salaces,

para disimular su hambre de ternura

Hubo una vez un joven

-casi un niño-

Que aprendió un día a atarse la corbata

A  hilar citas sagaces, a triturar horarios

A apurar -cielos, pretendo- por qué lo trataban así los calendarios

Hubo una vez…

Ahora

Cada vez que lo veo

y logro, en  tres segundos,

llegar al niño que hubo;

toco, otra vez,

el fondo de las cosas

y reímos los dos

ante la misma estrella.


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De, con, en…

De, con, en 

Sabias preposiciones

No ocupan casi espacio; 

Sin embargo, 

Encierran una enjundia insospechable

De, con, en 

Entrañas

Vestidas de gramática

¿Ser de ti? 

¿O ser y estar contigo?

Ser en ti

Estar en ti

En, vertebral , orgánico

EN  TI

En ¡EN, EN!

Como un latido


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Él le mordió los pies

Él le mordió los pies

Fue casi un accidente

Ella leía al sol

Los talones al aire

Él tropezó sin querer 

Ella leía al sol

Él le comió un pulgar

Mordisqueó  tobillos,

Fosas poplíteas, ay,

Se merendó los muslos

Cruzó a mordiscos  pliegues, cordilleras,

Buceó en el ombligo

¿Ella? Ella reía desde el fondo del libro

Y cuando se encontraron 

Diente a boca

Se descubrió feliz

Y devorado.


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Sigo tu hilo

Sigo tu hilo

A veces lo entreveo

Como una banderola entre la niebla

Me acerco

Me agazapo

Alzo una ceja,

una oreja

Asomo la nariz tras una roca

¡Ay, que me ve!

Me escondo

Disimulo

Te huelo

Repto

Avanzo

Te venteo

Atisbo (ahí está, tu hilo)

Sigo avanzando

Suave y

bobómboBómBoBón de corazón que se me estalla

Tonto ¡Que te va a oír!

Le digo

¡El HILOoo El  hilo!

Pienso

Y tú te has ido.


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No

No te salgas del sitio

No te inundes

No tengas prisa

No hables

Déjame

Ocupas mucho espacio

Calma

No

No

No

Y ¿esto?

Tampoco

Que esto es mío y esto y esto y esto

Y al final ¿Qué?

Un No en un sí tal vez puede

Si acaso

Otro No de regalo

Y -como has sido tan buena-

Dos noes de este a oeste

Y puntos suspensivos

Telón. Fundido en negro.

Luego

NADA


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Nunca más

Nunca más la mordaza

Ni el ahogo

Ni ese grito-lejía que no acaba

No más»siéntate

 bien, ponte derecha»

Nunca más  

«tú sabrás, yo te lo dije»

Y no más

¡hay que ver, qué exagerada!

¡Nunca más, nunca más !

Nunca el peso 

de otros en las alas

Nunca más

NUNCA MÁS

NUNCA SIN ALMA


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Fuera, el caos

La flor

La hormiga

El charco.

La piedrita

El reguero del musgo en las paredes

El rocío en la hierba

La mariquita en la hoja 

El olor a jazmines y a lavanda

El resol en la espalda, como una caricia

El aire en los pulmones

Fuera

El caos. 


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Ser un hada (para Henar Herrero Suárez ; in memoriam)

Ser un hada es difícil.

Casi nadie las ve,

solo su halo,

brilla, a veces, en el cabello de las hadas

para un par de suertudos.

La mayoría, empero,

ciegos y tontos,

quedan descolocados

ante el  paso de un hada

Sin saber que -a las hadas-

nunca les importó ese desconcierto.

Ellas, que son de luz,

tienen misiones. Cosas de hadas que casi nadie sabe:  amar, mover montañas, provocar tsunamis interiores, transformar en color todo lo feo…

Son tareas pesadas.

Por eso, a veces, solo a veces,

Algún hada,

En un acto supremo de amor y de aleluyas

Parece que se apaga

Es entonces cuando las otras hadas, la rodean, la alzan en el aire

y causan en nosotros

una lluvia de estrellas

Que nos bendice y lleva

a  la verdad de todo.


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El tiempo de la lucha

Shaná tová, mi amor

Es tiempo de la risa,

Haz sonar el sofar como aquel día

Porque es tiempo de risas

Tiempo de amor, Amor,

Tiempo de lucha

Shaná Tová

No hay guerra sin amor,

Ni amor sin risas

Shaná Tová, mi amor,

Como aquel día

Porque es Amor la única batalla

que merece la pena ser luchada


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Y mi piel de tambor

Se extiende 

de tus manos a mi pelo

una frecuencia única, 

Una sola

Y mi piel de tambor rompe lo quieto

Nunca otra llamada fue más honda


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Historias Felices en cuatro palabras (lll)

¡Por fin: se fue!


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Dolor

Dolor. Es un concepto extraño. Sencillo y complejo. Denso. Omnipresente. Útil, cabrón. Vaya regalo, el dolor. Y sin embargo, ahí está. Para recordarnos que estamos vivos, que limitamos por todas partes con lo de ahí al lado. Y vaya si lo consigue.


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La Herida (Epic fail)

Es la herida un silencio 

Una sed

Una gloria 

Es . La herida. 

Una fuente que mana de por dentro

De continuo, de lejos y de siempre

Es la herida.  La más vieja y voraz, la más. Lo más. La costra y otra costra y luego 

Herida.  Meconio , pus,  rotura, 

y luego

Un abismo epic fail 

Es esa herida.  Esa y no otra. Esa

Y lo peor,  el desgarro de ver que, de la herida.el fin no tiene fin 

Es esa herida


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Historias felices en cuatro palabras (2)

Su corazón era fiesta.


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Ya no tenía sed

Ya no tenía sed
Perséfone 

perversa 

Se mordía los labios

Semillas de Granada


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Y la materia

Quiero un cristal de tiempo,no quiero,quiero un cristal de tiempo, no quiero, quiero un cristal de tiempo,no quiero,quiero un cristal de ti


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Historias felices en cuatro palabras (1)

Ella dijo que sí


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La vida sigue y tú…

La vida sigue

y  Tú;

no mío,

nodenadie,

Eres

¡Qué más puedo pedir!

ERES

Y basta.


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En memoria de Chispi el arrabalero (19-07-2011)

Chispi; el arrabalero, mil leches de casta, poeta del resto, desfacedor de entuertos, chache de los descampaos se ha ido hoy al cielo de los perros, a poner el hocico en el regazo de algún angel montuno, que hoy, gracias a él, estará más contento y menos solo, bajo la encina más grande del campo charro.


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Vacía y llena

Vacía y llena

¿Contradicción?

Esperanza

 

 

 

 


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Bajo la encina

imageBajo la encina

espero

sin dimensiones

sola

espero

Bajo la encina,

el camino

de tierra

se

ondula

solo

Bajo la encina

sola ,

solo

Espero sola

Bajo la encina

 

 

 

 


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Leia leía

Leia Cálico leía 

por encima del hombro

 de su amo,

Leía, la gata en la ventana, disimulaba

Fingía avistar pájaros

Cálico Leia, la de astutos bigotes

Por encima 

del hombro de su amo

Husmeaba  y lamía 

Libros secretos para lectogatos.


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Caperugris

¡Ja! Paladeó, triunfante, Caperugris. Otro lobo daltónico …


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De ti me fui tan sola

Tristeza; de ti me fui tan sola, sin saber que venías conmigo, como todo, para enseñarme amor.


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Metonimias perversas

En la última semana he recibido no menos de tres artículos acerca de supuestas mejoras estéticas que se consiguen a golpe de bisturí o inyecciones milagro. Las novedades son, como mínimo, inquietantes, por no decir que me causan cierto asco y bastante preocupación.  Almohadillas falsas para que los pies soporten los taconazos, remodelación de nalgas, pechos u ojos  para que; si una es blanca, parezca negra y si es asiática, blanca. Decoloración o pigmentos para la piel, absorción de la grasa en el interior de los muslos, afilado -atención odontólogos- y apiñamiento de dientes para crear una «sonrisa ingenua e infantil», cirugía destinada a rejuvenecer y ¿embellecer? los genitales. Hilos tensores inyectados por todo el cuerpo para que no se note que la piel ya no tiene veinte años, que la vejez es fea y hay que ocultarla…

La cirugía reparadora es, sin duda, un bien necesario. Ayudar a personas que sufren enfermedades o accidentes a recuperar una vida normal o  la confianza en sí mismas es un logro. Con todo, el tiovivo del que hablo más arriba, nada tiene que ver con eso. Es pura y simplemente una máquina tragaperras, que juega con el físico y la mente de personas.

El caso es que la labor de zapa en la mente de las mujeres empieza desde bien pronto. En casa, en las series infantiles; hasta en los anuncios de juguetes se nos envían todo tipo de mensajes que confunden identidad y aspecto, parecer con ser y tener con lograr.

Cada año es una cosa. Los pies, los ojos, el trasero, el pecho, el ombligo, los tobillos, las rodillas, el blanco de los ojos… La parte por el todo, para que el negocio de la insatisfacción no deje de crecer y el río de dinero siga fluyendo.  Lo peor es que me reconozco en las mujeres que se miran en los espejos de los probadores con aire desalentado. Recuerdo cuántas veces me he avergonzado de mis caderas,  mis piernas o mis brazos y me dan ganas de gritar. Metonimias perversas.


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Ella olía a Avellana (Encaja 400 -0-)

Ella olía a avellana -Ella olía a avellana, a praliné,a barquillo, a caramelo. Él, hambriento de sus ojos, la esperó cada día y se dedicó a fusilar, durante un año, a Neruda, a Benedetti y a Salinas. Primero a voz en cuello, luego en grandes pancartas, luego en notitas en forma de avión, que chocaban en el cristal del kiosko. Ella, sabedora del plagio, se hizo la tonta como tantas veces…


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Parnaso de Macondo, un 23 de Abril (Encaja 400, 1)

Ya se lo decía su abuela: » Alonsito Fernández, usted me acaba con el cráneo de tamaño avellana». Y así fue, Gabriel, amigo: A fe que aquel que osare fusilar tus obras mereciera sufrir de nuevo el ataque de los jíbaros del plagio. Y si no, pregúntale a maese Shakespeare, que diz que quieren decir que ni escribió…


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¡Hide…plagio! ¡celebro de avellana! ¡mentecato!» masculló Don Miguel al descubrir que un tal Avellaneda le acababa de fusilar su Don Quijote.


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La del Alba, más o menos (plagio insumiso en un acto) Encaja 400 (3)

¡Alonso Fernández!, gritó el alguacil ¿No sabe vuesa merced que en este pueblo odiamos el plagio? ¡Cervantes! ¡Y osa fusilar a Cervantes! ¡Con lo que nos gusta el Quijote!
– Descuide usía, repuso Avellaneda. En adelante me dedicaré a cultivar avellanas y a las proclamas festivas. Se me está ocurriendo una; escuche, escuche: ¡Amanece en el corazón!…


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TATA BERTA-Mientras mi padre nos regalaba cuentos, merendábamos la crema de avellanas de la tata Berta; mucho mejor que el pringue de los anuncios. Ella defendía con fiereza su receta del plagio de las vecinas. Cuando alguna se interesaba, mascullaba por lo bajo «¡Antes me dejo fusilar!». Años después encontré la fórmula al limpiar la biblioteca, entre las páginas del Quijote de Avellaneda.

 


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Guajira tierna de Lucía

Lucía,  alma de río

sol redondo en  la negrura

dulzor de toda amargura

calor del escalofrío

Haz que tu  sueño y el mío

se enlacen  en un danzón

¡Baila Lucía !   El son

te acune en esta guajira

Sonríe, duerme, respira

Te abrigaré el corazón.

 

Lucía, te harán cosquillas

los pies, los  dedos, las piernas

baila esta  guajira tierna

que se  marcha de puntillas

En tu  río, las orillas

tienen  las caderas suaves

Sabemos, saben, lo sabes

que están hechas de limón

Baila, Lucía,  al timón

de la mejor de tus naves

 

Yo te abrigo el corazón,

Lucía, niña dormida

baila, báilale  a la vida

báilame a ritmo de son

baila, báilale  a la vida

Amarga, dulce, sentida

viene la cadencia oscura

Del tacón a la ternura

se ha dormido la guajira

de Lucía,  en un rincón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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El abrazo

Mi hijo me ha dado hoy una de esas lecciones que suelen dar los niños.  Dos minutos para la entrada en el cole. Carrera va, carrera viene, como muchas mañanas. A veces me doy cuenta de que el reloj de los niños no cuenta como el nuestro. A veces no. En más de una ocasión me descubro metiendo prisas desabridas, como si sirvieran de algo. Y me siento mal.  

Hoy, a las 8:59, caminábamos por el lateral de la verja del colegio, sin querer acelerar.  Alcanzada la meta, me paro un poco antes de la cuenta y le doy el beso de despedida. Siempre procuro tomarme tiempo para ese beso, porque soy consciente de que Gabriel está creciendo y temo el momento en que me diga «mamáaaa, aquí no», como les ha pasado ya a otras madres. 

Cuando ya me había dado la vuelta para dirigirme al coche, noto un tironcito en el brazo. He llegado a pensar -ya está, alguna que me viene a contar algo para la asociación de padres-  Me vuelvo y allí estaba Gabriel, muy serio. Repaso mentalmente » ¿qué nos habremos dejado esta vez?» . Pregunto: -¿Qué pasa ?, consciente de la puerta que se abre y de la riada de colegiales que empieza a disminuir…

-«Que te has dejado el abrazo» contesta con  brazos abiertos que no admiten  esa porquería del «no llegamos». Me agacho, recibo uno de los mejores abrazos del mundo mundial y lo veo sonreír satisfecho mientras dice:-  «Así, sí». Se da la vuelta con la mayor tranquilidad y entra en la escuela, sin ser consciente de que, una vez más, ha vuelto a dejarme claro qué es lo que importa.

 


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Cómo asear a un Jabberwock y tomar el té con una Titán, todo en el mismo día y no morir en el intento

«El Jabberwock de Carroll- leía Iubira en el Catálogo de buenas bestias de la profesora Anna Quilicus Canus, de la Augusta Bilbilitanensis Universitas– es originario de las islas británicas. Fue descubierto y bautizado por Lewis Carroll, el oscuro,  de quien recibe su nombre. A juzgar por los escritos del propio Carroll y las ilustraciones de Tenniel se trata, sin duda, de una criatura inestable, capaz de cambiar de tema y rema y sin embargo susceptible de ser vencida por un niño. No se conocen especímenes criados en cautividad»
-«Anita, te has lucido», le dijo Iubi al libro, mientras lo cerraba de un manotazo… Jodío Sir Rabyass, a quién se le ocurre darme a éste, éste, éste,

-¡JABBSZZZZ, la interrumpió un gruñido semejante a un sifón con poco fuelle. Jabbzsssjazzzss. .. Al poco, una criatura del tamaño de un hipopótamo, se incorporó de entre las mantas que le servían de cama a la reina cuando salía de viaje.  En el fondo de la bolsa de Iubi, la céfiro Mim, oteaba espantada, como cada día, todos los días, las proporciones y feroz aspecto de aquel, aquel ¿Qué decía Iubira que era ¡Aquel Yaberguoccc,! ¡iubibbuyú ‘jieodasz!¡ uips ! desapareció la céfiro tapándose la boca.

El Jabberwock de Carroll, subgénero Deltei carecía de escamas o cola, como su pariente británico. Según los estudios del  Señor Darwin, que  Iubi revisaba a menudo,  este tipo de Jabberwock , a pesar de mantener algunos de los rasgos de carácter de la especie original, sin duda había evolucionado para adaptarse a las peculiares características del Delta. Hecho que explica la doble capa de pelo que lo protegía del frío, del calor y de la humedad, y el color rojo, esencial para camuflarse en los limos del Delta, si era necesario. Ese color, precisamente, era el único que esta criatura percibía, con vistas a localizar a sus congéneres, de  natural solitario y esquivo, en época de apareamiento.

La mole peluda avanzó en todo su enorme volumen hacia la reina, que le tendía un cubo de patatas y zanahorias cocidas con un chorrito de aceite¡ jabszsss saszsas mamnf grounf manpf, rosclc,! fue todo lo que se oyó en los siguientes buenos diez minutos. Tras ellos, la bestia se abalanzó sobre un tanque de agua coloreado en rojo. En el tanque , una mano de trazo firme había pintado en negro  las consonantes JBWCK.

Cuando el animalito  acabó de beber, se tumbó panza arriba en prueba de total confianza, con tal estruendo que MIM casi se queda sorda del panzazo. Afortunadamente, el relleno de algodón y plumas de la bolsa hizo su papel. Iubira, se ovilló un momento a la altura de aquel remedo de yak y comenzó a rascar aquí  y allá, donde su sentido común bien le dijo. Jabbsijabbs, Jabsijabbs, canturreaba, quietecito te estarás, las garritas limaré, los dientitos serraré, los ojitos lavaré, Jabbsijabbs, te peinaré. Contra lo que cualquier ser sensato hubiera pensado, el bicho parecía disfrutar grandemente de todo aquel proceso. La reina rascaba, limaba, serraba, lavaba y peinaba, y la criatura, con los ojazos cerrados , se dejaba hacer como si aquellas torturitas fueran lo más delicioso del mundo.

De vez en cuando, una mosca osaba acercárseles demasiado. Entonces, en una fracción de segundo, la reina escuchaba un rápido ¡fluaskash!. Una llamarada azul surgía de los ojos saltones, color yema de huevo, de la bestia ¡y adiós insecto!.

-«¡Guaza tiene el anhelito!, decía de vez en cuando el zíngaro  Carlphillip, al observar semejantes habilidades. Trabajo da un rato, pero… ¡Hay que veh, lo que te ahorras en flih! ¿Tás planteao enseñal-le a chiscar la hoguera?»

La reina Iubira  nunca contestaba. Demasiado tenía ella con hacerse cargo de aquel elemento que le vino a la puerta de casa, una mañana de diciembre,  cuando sólo era una bolita moníiisima, un pompón esponjoso de grandes ojos amarillo canario, pestañas de avestruz y garras que harían palidecer a un águila real.

El angelito llegó en una cesta de paja, con una almohadita por todo equipaje y  una  engolada nota de Sir Awkwardus  Totally Rabyass,  inquilino forzoso de las cuevas de Nuncamentero  y  Señor-o al menos así rezaban sus tarjetas- del condado de Wrongleshire, entre Melaina y Cáspita.

«Queridísima amiga,  Blablabla ruego tenga a bien acoger en su hogar a esta deliciosa criaturita, que a buen seguro encontrará refugio en sus delicadas manos. Con todo afecto, su segurísimo servidor , blablablablab»

Sir Awkwardus  Totally Rabyass, Señor del condado de Wrongleshire

Qué petardo eres , Sir Rabyass, pensó Iubira al leer la caligrafía alambicada del Conde.  Toda una vida  aposentado en tu hura de Nuncamentero, y me sigues tratando de usted y haciendo gala del título, ¡Condado de qué, condado de brongle-porras!  Pero qué condado ni condado , si llevas en el Delta 25 años, comiéndote mis pistos, trayendome leña,  cazando gusarapos fantasma, hablando a gritos para nadie,  levantándote a horas intempestivas, comunicándome hasta cúando te cortas las uñas,  y ni siquiera sabes cómo volver…

Pero eso sí, mucho conde por aquí conde por allá, y me apeas el tratamiento POR ESCRITO, serás …

A los tres segundos, el Jabberwock,  a quien llamaremos JBWCK , de cuando en vez, volvía a plegar sus pestañazas de avestruz prehistórico, Iubira tornaba al acicalado, y la Mim, nerviosa y divertida, se iba planteando cuál sería el momento perfecto para asomarse al exterior. ¡Hoy no toca! se decía.  Sin embargo, nada, en aquellas once de la mañana podía hacer sospechar, lo que se les venía encima. Mas que venírseles, se les derramó.

Cuando Iubi se disponía a lavar los trastos de JBWCK,  un estruendo  similar al  vigésimotercer congreso internacional de campaneros y tocacencerros de Corujos del Tímpano,  la hizo saltar hacia un lado, rodar, y guarecerse tras los riñones del Jabberwock, con la bolsa de MIM  bien agarrada al pecho.

Rediéz, que tronada, pensó Iubira, que en los momentos de peligro abandonaba todo protocolo y hablaba con el mejor acento del Delta. Tendré que preguntarle al maestro tambores por qué se pone a romper la hora sin avisar… -el caso es que a tambor, no suena,  ¿Será un ciclón? No, no es habitual en el Delta, aunque la última vez que pasó la Petra, casi ni lo cuento, Dios, qué  ¿? Pero si alguien ha puesto un altavoz, ¡Y sin permiso! . Me van a oir…

TLOINNNG  TRIOLOOOLOUOINGGGGG BRIONG BUNG CLOINGLDOLIFONGNLOINNNNNNNNG

» Túuuuuuuuu,

tú me crujes la cabezzzzzzza ¡beib!

Túuuuuuu,

me corroesssh la corteza,¡ beib!

Tu me arrasas,

me trrraspasas,

me trasciendes

que te passas,

Me iluminas,

me fascinas,

me taladrassss las  anginas

Y me llenas

toas las venas,

de glamúuuuuuuu…… (Trololottohoing lgoing gloirngggg)

Sí túuuuuuuuuuu uhuhúuuuuuuuuu

Tu me diste la cerrrrtezaaaa, ¡beib!

De que aquí y en Hortalezza, ¡beib!

ya no exijte

ni se vijte,

una nena,

tan  Trremenda,

tan fetén,

tan ejshtupenda

que  te muela los riñones

y te altere los neutrones

y te…..¡exprima los limoooones!

con el son de sus taconeshhhh

Y ejque Tuuuuuuuu UUUUHuhhhUUUUUUUUUUUUUUUUHH (GLOINGPRINGLROIOINg uHUHHHHHHHHHHHHH

– «Pero se puede saber qué es este desati-¡NO!

La reina Iubi, todavía en zapatillas de andar por casa, no podía creer lo que veían sus ojos.  El vinchiukordio,  un soberbio instrumento de palisandro lacado en rojo china  con dibujos de dragones llameantes,  era  un VINCHYUK & TUFARCEK  auténtico, a juzgar por las enormes letras de oro  y el símbolo del insecto  patas arriba, incrustado  en taracea de jade.Sentada en una curiosa banqueta con la forma de un globo terráqueo, una Titán bellísima, que bien hubiera podido cargar con el vinchiukordio, la banqueta, y el JBWCK juntos  y bailarse un chotis de baldosa, perpetraba a grito pelado una, digamos melodía, de aires briosos, cuyo origen no se acertaba a identificar.  El Jabberwock, que inicialmente había iniciado un galope «palláquevoy» se quedó muy sorprendido. En fracciones de segundo pasó, del trote marcial al cochinero, luego al paso, y por último, a la retaguardia de Iubira, que frunciendo el ceño, le espetó a la Valkiria:

Pero Teclaaaaa, que estas no son horassssss,

Chata, es que me ha agarrrao la inspiración.  y Ya sabes que cuando me agarrrarraaaa ¡aaaAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAtschua! ¡Aaate schua chhuA schuuuuuá   COF, COF, COF!

TECLA TREMEBUNDA TITÁNEZ, rugió la reina, que aunque al lado de la titán resultaba más bien delicada, tenía un genio de singular tamaño,  Otra vez fiebre del coral. ¡Otra vez! Y oooootra vez  sin esponjas a mano. ¡Pero será posible!

¡Aigh, Iú, no me ansies tía!,  parodió la Treme, con más cara que espalda.  El momento es el momento, y además mira ¡acabo de estrenar sandalias churrikowski !

Era cierto. Uno de aquellos pies, que podría haber rivalizado con el de la reina Bertrada, asomó bajo la takshita bordada a mano,  recién traída de Fez. Tecla tenía estilo, eso no había quien lo dudase. Titán, al fin y al cabo, había recorrido el mundo unas cuantas veces, sosteniendo una isla allí, apuntalando un monte acá. Y entre labor y labor, se iba  haciendo  un señor fondo de armario; en su caso , un sinfondo, porque no había tienda de telas, tejedor de hilo, seda o lana, ni zapatería,, joyería o sombrerería de postín en la que Doña TTT no hubiera irrumpido como una tromba, con las famosas frasecitas: «No tengo qué ponerme». «Quiero eso, eso y eso también» y, la mejor de todas: ¿Tienen uds. coturnos, sandalias o botas del número 56? Y a ver quién era el guapo que le decía que no.

Kanval Sethi,  joyero de Calcuta, todavía recuerda el glorioso día en el que una bella y  rubísima  extranjera de singulares proporciones se llevó  diez kilos de perlas  grises y veinte de perlas blancas- «para un collarcito ¿sabe usted?»-.  Desde entonces, hubo de abrir sucursal en Bombay,  dado el volumen de negocio que supuso el pago de la Titán, que como  digna representante de su raza, pagaba en lingotes de Titanio, o en el mineral o metal que se cotizase mejor en cada lugar.  En Palo Alto, llegó a ofrecer cuarenta toneladas de silicio por unas botas de piel de serpiente en su número. Sin embargo, dada la escasez de anacondas de buena calidad,  al zapatero no le  fue posible atender la demanda. Tecla, por esta vez  tuvo que conformarse con piel de caimán de las Everglades. » ¡No importa Mr. Lindley, es usted adoreibol!»+   repuso la Treme, y a renglón seguido, «¿No tendrá usté el bolsito compañero? Venga, no se me haga de rogar, que es usted encantadoringggg, tronaba Tecla  sin querer, aporreando el mostrador


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MIM (Cuentos de la tierra de Iubira)

Como todos los días, nació de su geoda. Hacía todavía algo de fresco y descubrió con horror, que no sabía nada.  A su lado, envuelta en lo que parecía un huevo aún mayor que el suyo, vió  una figura enorme. No parecía peligrosa y se hallaba muy quieta.

«¿Quién zserá?»… se preguntaba…

De repente, la figura se movió. Del huevo grande,  que  no era como el suyo, duro y translúcido,  sino  blando y suave, como de plumas,  surgió un ser. Tenía brazos y piernas como los suyos,  solo que unas veinte veces mayores.  Llevaba una melena larga y oscura, revuelta por haber estado echada. «Es como yo pero grande, se dijo».La grande, se giró. Miró hacia ella con una mezcla de sueño y despiste.  Algo, no se sabe cómo,  impulsó a la pequeñita a lanzar un grito de auxilio. Salió sin querer, como si estuviera programado por algún extraño código impreso en su garganta.  De no sé dónde, la pequeña sacó fuerzas y gritó algo que ni ella entendía:

«¡Iubiiubiiubiiúuuuuu!».

Inmediatamente, la reina Iubira, extendió una mano suave del color de la arena. La pequeña tembló.
-«No te asustes» Mim,peque, que soy yo. Mira, toma, sécate, nacer es duro, dijo, mientras le tendía una gamuza que la cubrió casi por entero. La Mim se refrotó contra ella como un gatito saludando a su madre.

-¡Qué bien huelessszzz!, dijo , Hueleszzz a a  a

-¿A mamá? repuso Iubira con la paciencia de todos los días, cada día.

-¡A mamá! iubiiubiiiúuuu, Iubiyúuuu . Eres Iubiyúuuuu y hueles a mammm ¿Iubiyú?

Iubi, dijo la reina. Puedes llamarme Iubi.

¡Iubi…., yubibyyúuu iubiiubiiubiiubiiubiiubiiubiyúuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu! danzó la Mim, junto a la hoguera, entre los libros, por los cacharros. ¿Y si tu ereszzzz YUbiyúuu ?  entonces… ¿Quién zsoy yo? Tú no tienes eztasssszzz , estaaz …?

-Alas, Mim, tienes Alas.  No, yo no tengo alas

¿NO TIENEZ ALAZ ? y ¡EREZ GRANDORRRAA!.  Entonces yubiyú, entonces no eres Mamm¿?

– No Mim, tú naciste sola. De la geoda.

Ohhhhhhhhhhh (exclamó la mim  con aire abatido) Ohhhhhhhhhh, tengo una jieeoooda mmuy raspusosa, y brillodurusia y no sé QUIEN SOY, NO SÉ DÓNDE ESTOY, NO SÉ  nada, ¡Yubibyy– yúuuuuu!. Y soltó un lagrimón, que le acabó de aclarar los ojitos, verdes y perspicaces.

Iubira la acunó un ratito.
-«Tú eres la Céfiro Mim del Delta…¿ Quién dijo tristeza?
Las Mim son alegres compañeras de viaje…
Nacen todos los días, por eso
olvidan el dolor
y todo lo demás…Y, por eso,
son frágiles y fuertes aladas y sólidas..
Eres la Mim»
¡ZSOY LA MIM, SZOY LA MIM SOOOOOOY LA MIIIIIIIM YUBIYUBIYUBIYÚUUUUUU!. Qué rico abrazas, Iubbi, qué rico lo haces todo.  Tengo hambre, tengo fríoorrooo, tengo sed,¿ Cuando nozvamoz?,ametralló  Mim  como todos los días a la pobre Iubira, que en un nuevo alarde de paciencia, le tendió una nuez, un abriguito de fieltro adecuado a su tamaño, un dedal de agua, una hoja para el sol de la mañana y lo mejor de todo, dos pepitas de chocolate y un hueco, hecho sólo para ella, en su mochila.

-¡Mim!

-Sziiiiiíiiiiii, susurró distraída, mientras se probaba el abrigo mirándose en el reflejo de un tazón.

-Metete aquí dentro que se va a despertar el Jabberwock.  No le van los sobreagudos a estas horas.

-¨YUubiyubiiiiiyúuu¡glups! cerró la boca, al contemplar el bicho más enorme, suave, rojo y de garras, ojos y colmillos más temibles  que imaginarse puedan.  Se escondió en la mochila y espió por un agujerito, que parecía que estuviera allí a propósito. «·Asi que eso es un  yaberrrr…¡jieodasssszz! es enooodmósimo.

Jabberwock se estaba desperezando. Iubira se encogió de hombros y con toda paz, se agachó a reavivar la hoguera, para prepararse un té. Un día más, acababa de amanecer.

(Continuará)


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En la cala del nácar

Cuando anochecía, se dirigió despacio hacia la cala del nácar. Preferiría haber disfrutado sola del paseo. Las puestas de sol, pensaba, son mías y solo mías, faltaría más. De todos modos fue imposible. Mientras se ataba las sandalias, observó de reojo a una Mim deslizarse en su cesto de paja. No se molestó en espantarla. Las Mims son pizpiretas y alegres compañeras de viaje. Aunque olvidadizas y alérgicas al frío, tienen el don de revolotear en los corazones hasta hacerlos sentir ligeros como una mousse.  Y esa es toda una cualidad.

Al llegar a la playa se descalzó. No hacía frío. Sin embargo, decidió prender una buena hoguera para cuando él  llegase.

Lo esperaba hacía tiempo. El Zíngaro CarlPhillip se había amanecido hacía años por el Delta, cansado, sucio, y con las manos cosidas a zarzazos. Iubira supo entonces que había encontrado la puerta del olvido, la que normalmente otros cruzaban para salir del Iub. Contra toda lógica, su instinto de reina bruja ni se molestó en prevenirla. Lo miró, lo olió y  supo inmediatamente que  el zíngaro Carlphillip Emmanuel, alias Sir Henry White, alias el Blanco, siempre haría las cosas a su manera, que se quedaría poco, que volvería  y que, por el momento, necesitaba una cama y un baño.  Y así fue. El Blanco durmió, se lavó, comió como tres osos, le regaló a Iubira una balada para ella sola, le besó la mano, se quitó el sombrero y partió hacia el oeste, con la promesa de volver.

Iubira sabía que, aún cuando ninguno de los visitantes hubiera encontrado el camino de regreso al Delta, Carlphillip lo conseguiría. No en vano había cruzado Mundo Disco como Pedro por su casa. Eso, y su sangre de reyes eran buenas credenciales. No obstante, ella se aseguró su vuelta grabándole un conjuro de retorno en la muñeca, mientras dormía. Se trataba de un «vuelve», visible solo para ella,  que garantizaría la visita del zíngaro, cada año, por las mismas fechas, salvo muerte de un familiar directo o paternidad inminente. El vuelve era del todo inofensivo. No hacía daño, ni causaba pesar. Simplemente actuaba como una llamada, como un eco uterino que hacía que el CarlPhillip, a mediados de Julio, estuviera donde estuviera, agarrase el petate, cargase un hatillo de buhonero y la guitarra y se dirigiera, sin saber como, al Delta mismo, para ver a la reina más sola de todas y beber y reír con ella, por una noche, hasta el día siguiente.

Mientras Iubira avivaba el fuego,  vislumbró un bote pequeño, recién calafateado. A proa llevaba el ojo que espanta los males. Dentro, remaba El Blanco. La Mim, sin poder evitar su natural curioso, se decidió a salir de un saltito de la cesta y revoloteó inquieta alrededor de su reina, como una luciérnaga que hubiera engordado unas diez libras. CarlPhillip saltó a tierra.

Reina, dijo inclinándose,  con una sonrisa burlona detrás del ala del sombrero.

¡Zíngaro! Sonrió Iubira, y  se lanzó a su cuello. Sólo ella podía saltarle a los brazos de ese modo sin correr peligro.  ¿Qué me traes, qué me traes?, bailoteó, como una niña, a su alrededor. El Blanco mostró sus tesoros.: Aceite de oliva, cintas para el pelo, un mantón de manila y chocolate.

«¡Chocolateeee! «dijo una vocecilla rasposa en el bolso del gitano.

Lo siento -se excusó Iubira,  intentando desincrustar a la Mim del zurrón del viajero- se me ha colado, no ha habido manera, Ayyyy ¡bruta!  le siseó  a la pequeña  hada, que acababa de propinarle un mordisco en el dedo.

-¿Lo siento? ¿Pero quién es esta pispaja?  ¿Tienes hambre, miga? preguntó El Blanco a la geniecilla, que dijo un sí como una lija, mientras le lanzaba a Iubi una mirada entre  el desafío y el ruego y realizaba una especie de danza gatuna alrededor de la bolsa.   ¿Puedooo, puedoo puedoooo? insistió la Mim,  clavándole cada palabra en los oídos.

-¿Puede? preguntó Carlphillip, divertido y desarmado.

-Puedes, concedió Iubira, pero solo un poqui ¡Zasca!.  En ese momento la Mim se zambulló literalmente dentro de uno de los paquetes de chocolate . A  juzgar por la variedad y cantidad  de los ruidos posteriores,  dedicó unos veinte minutos a ponerse morada. Tras todo ello, lanzó un eructo que sonrojaría a un minero y se quedó profundamente dormida, abrazada a unas galletas de canela.

Gracias a Dios, suspiró la reina, así nos dejará un ratito en paz.

Es un solete, Iubi, sólo quería chocolate

Por mí, como si te la quedas,

¿En serio?, ¿Me la puedo quedar?, brilló la sonrisa del Blanco en la penumbra,  Si ella quiere. Hecho.

Ella querrá, no hay nada que le guste más a una Mim que los viajes.

El Blanco le cogió la mano. La había estado observando mientras ella trajinaba con bolsos y cacharros y luchaba con la Mim junto a la hoguera

-Reinaaa, ¿qué llevas ahí? Le tocó con cuidado la cicatriz  en el hueco entre las clavículas

-¡Nada, quita, pesao!  le apartó la mano de un papirotazo, gruñendo sin gruñir

-Gata, no te enfades, ¿Quién te ha hecho eso, dí? ¿No será …? ¡Mírame y dime  que no! ¡ dime que no, que lo mato!

-El Jabberwock,  musitó ella, mirando para otro  lado, pero ha sido sin querer,

¡Sin querer! ¡SIN QUERER!, Donde está ese..

-Que no, Charlie, que no, que tenía una pesadilla, se revolvió y no sabía lo que hacía. Si luego se ha llevado más susto él… de verdad, no te enfades

-Pues, ya le vale. Y tú, reina, a  ver si lo acostumbras a dejar de dormir contigo, que  ni que fuera un gatito.

– Nunca he tenido un gato. Los he visto en los libros. Cuidar el Delta da bastante trabajo ¿Son  fáciles de criar?. ¿Son muy grandes?  ¿Qué comen?

– Vamos a hacer una cosa. Si me prometes educar mejor a ese…. jodío bicho

– Jabberwock, se llama Jabberwock. No te metas con él, que  son muy sensibles, a ver si te oye, se acueva, y la tenemos

-¿ya-ber-guóz?, si me prometes que el yaberguóz o como se llame, tendrá su propia hura, el próximo viaje te traigo un gato chico. Acostumbrada a ese… yaberleches,  criarlo te va a parecer un juego de niños….

(CONTINUARÁ)


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Que por lo lejos fuiste

Que porlolejos

fuiste,

porlolejos,

rápidas lasgacelas de mañana,

y  el sol  de

ayer,

¡Ayer!

Fue por lo lejos

¡Qué porlolejos hoy!

Sólo distancia


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Desmedido del zíngaro Carl Phillip Emmanuel, Heinrich Weiss, alias Sir Henry White, alias El Blanco.

A Enrique Blanco Rodríguez,  Zíngaro jefe, que tiene sangre de reyes en la parma de la mano.  (Broma en varios despropósitos) Allegro, ma non troppo.

Carl Phillip

Emmanuel

nunca ha existido

Sólo era un mito

un bulo

una quimera…

El zíngaro CarlPhillip

nació ya viejo

un día

debajo de una encina

en primavera

Su madre , cuando lo vió

pensó ¡vaya un pispajo!

y dijo:

«He parío un hombre,

¡Dadle un sombrero!»

Su padre….

Su padre le dió un libro,

La Odisea

y una guitarra

que le hirió los dedos

para siempre

-Al payo,

que se la vendió

todavía lo busca

su gente,

en los caminos-

Lo llamaron CarlPhillip

CarlPhillip Emmanuel

como al primo

de un primo de su abuela

Veturia Puceanu

que era romí

zíngara de Brashov

y que adoraba

La Viena de FranzJoseph,  a

Sissí,

y a un tal  Yojansebástianbáj,

(nunca se supo cómo)

Un caso extraño este

el del CarlPhillip

Ya lo dijo Franz Liszt

viéndolo un día

sacándole a un violín las asaduras

«Ese gitano

toca como yo nunca podré

ni soñar,

toca la  esencia»

Franz Liszt se deprimió -como solía-

y se volvió a su tierra

hablándoles a todos del

zíngaro Carl Phillip

de tal modo y manera

que su madre le dijo:

«Algo habrás hecho

te vienen a buscar

¡válgame el cielo!

Yo a tí no te conozco

¡Carretera!»

Y el CarlPhillip se fue,

agarró su cayado,

su guitarra

su manta

y su Odisea

-o su Iliada, no sé-

y embarcó, Danubio arriba

donde le dicen Dónau

al Dúnere

Y de allí, fué

tornó

volvió a ir

cambió de nombre

se bautizó diez veces

Weiss en Hamburgo

Msieur Henry en Marsella

Sir Henry White en Portsmouth

Y en la Habana….

En la Habana, señores

era «El Blanco»

Enrique el Blanco era

cuando un día

lo tropecé

en el puente de Triana

rodeado de azahar,

guitarra en mano

tocándole a Estrellita

la gitana

lo que le vino en gana

Ella cantaba

«Por debajo del puente

de Palomaaareees»

y él, nómada y galante

la seguía

de buleria

al tango

por

soleares

¿Carl Phillip?

Pregunté.

¿Eres Carl Phillip

Emmanuel,

el violinista zíngaro

el de Liszt?

¿Qué dishe usté  de lijm ni chij , ni mij?

Yo , Felih vivo,

Manué es mi primo,

er primo de mi Ehtreya

y violinihta, sí ,

Er compadre Antonio,

toca er violóng

yo

zólo la guitarra

Me dijo,

Y añadió ¿Ese Lih, no zerá, argún tío dusté?

«No, caballero»

respondí como pude

-vi una faca

brillar en su talega-

Poj le dise usté al Lij o a quien proseda

«Carl Phillip Emmanuel

nunca existió

fue un embuhte

un bulo

una quimera»

-Así lo haré, Sir Henry

-«Dioh lo quiera,»

me respondió

tendiéndome una mano

rota

de heridas

de guitarra vieja…


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Los zíngaros han vuelto

Mi hermana, la muy honorable Princesa Bruja Traspiés de Sin Preguntas- sostiene la teoría de que soy un ser con suerte. Ya se sabe; tengo dos ángeles custodios, uno por si falla el otro, y eso marca. Traspiés, que comparte conmigo carga genética y es, por tanto, una inefable contadora de historias mil, dice a todo el que la quiere oir, que si un día me perdiese en el Polo Norte, a los pocos minutos, una caravana de zíngaros que casualmente pasaría por allí, me salvaría.

Lo cierto es que ahí están. Aparecen siempre que los necesito. Adoptan múltiples formas. Creo en ellos, los quiero y ellos me quieren a mi. Prefiero llamarlos  providencia, dado que casi  siempre he ido por el mundo a la buena de Dios. En todo caso, acuden, nos olemos, nos reconocemos y siempre, siempre, me traen regalos.

Este espacio es uno de ellos. Y el zíngaro de todos los zíngaros que en el mundo han sido, me lo ha regalado con toda la delicadeza de que es capaz. Maestro Enrique Blanco Rodríguez, músico, nómada, generoso y galante.  Gracias y a más ver,  al borde de cualquier camino.

También debo todo esto Marian, por ser y por estar  Y mis compadres Antonio y Chús, que son mi familia no biológica., Colt, At, Deli ,Jabbs Isi. Zíngaros todos. Gracias


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Había buena mar, era temprano. (sobre dibujo de M. Tamariz)

Iubira se extrañó. Había amanecido hacía un par de horas; sin embargo, allá al fondo, a poniente, brillaba algo que no era el sol. Se distinguía bien, aún sin catalejo. Parecía tener forma de de túnel y acababa en una masa terrosa,de un material que no conseguía apreciar. «¿Serían imaginaciones suyas o es que por fin había llegado el asteroide del que tanto hablaban las Mim?»
Calculó sus posibilidades. «Aquello» debía estar como máximo a unas tres millas. Había buena mar, era temprano….Sin pensarlo más, saltó al esquife que usaba para ir a la cala del nácar y puso rumbo oeste. Mientras corregía la botavara, se le erizó la piel de la espalda. Nunca había navegado en esa dirección…


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Iubira y el mar . Pronto, una toalla…

«Pronto, una toalla para este mar suelto de agujas», se reclamó Iubira. Entonces fue consciente de que, una vez más, estaba sola. Y antes de empezar a llamarse «Liebes Kind», como las viejas locas de los cuentos, decidió crear el Delta; un no-lugar en el que gobernar el espacio o deshacerse del tiempo fuesen tareas simples. Lo que ella no sabía era que el creciente fértil junto al Iub sería  un hervidero de criaturas, empeñadas en obviar cualquier límite y expandirse a su antojo por las dunas (Continuará)


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El hada verde

El hada verde se me apareció, primero, en las venas de otros. La odié inmediatamente por esa tendencia suya a ocuparlo todo sin dejar resquicios. Sin embargo, una noche, -la que yo llamo la noche de Bruselas- me sobrevino exquisita y macarra en su versión louche. Fue una de las veces en que decidí que si tenía que odiar, al menos, debía contar con algún motivo más que la pena y los celos.
El terrón de azúcar se deshizo en mi lengua lentamente mientras ella me desgarraba la boca del estómago, fiel a su estilo posesivo. En mi cabeza se mezclaban a un tiempo, un comentario sobre un disco de Los Suaves y una discusión sobre los rastros del mito de Orfeo. A las dos dentelladas, me volví y le dije a uno de mis compañeros de mesa que buscase eso mismo en el Cantar de Mío Cid y al otro que sí , que bueno, que vale pero que yo me iba.
Me levanté antes de que el hada devorase a la bruja, fuime y «no hubo nada»-o eso quise creer-. Supongo que desde entonces, tanto ella como yo, nos miramos con cierto respeto y no dejamos de pensar, de cuando en cuando, la una en la otra, sabiendo que algún día, en algún tugurio que huela a desinfectante y que no se llame Pastís, quizás decidamos volver a encontrarnos.


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De todas las nostalgias

De tu boca y tu voz tengo nostalgia
las dos me llaman, me desaparecen
me recuerdan que no tengo palabra
para decir que no
cuando te escucho
y cuando siento que
se fue tu boca
un viento del nordeste
me arranca los dos polos ,
el norte con la lluvia y sin abrigo
y el sur que nunca fue mío del todo.
Se fue tu voz y se me va tu boca
Y yo me perderé por la cinta del pelo
que calló una vez más porque era lunes.

Y anotaré: “de todas las nostalgias, aquella de tu boca es la más cierta”.


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"Todo cuerpo… (nota breve)

Cuando el ángel llegó; me pilló, como siempre, entre dos lugares. No le importó demasiado -a los ángeles les basta una ventana o un antojo en la piel para ubicarse-
-¿Dónde estás? me preguntó sin prisas, en un alarde socrático que en el fondo, me removió un poco.
-Todavía no lo sé, le respondí, como hago cuando descubro que mi única certeza es el ahora.

En ese momento, el ángel extendió una mano. Súbitamente el tiempo se hizo burbuja. El dolor dejó de existir. Me sentí mecer, como cuando estamos dormidos y parece que vamos a caernos; sólo que esta vez no hubo caída, sino una especie de balanceo similar a la sensación de dejarse ir en una piscina.
Estoy convencida de que a Arquímedes lo visitó un espíritu desesperado por la incapacidad humana de ponerle palabras a algunos hechos. Debió ser una noche como ésta: el ángel armónico, con una pierna todavía en el alféizar, le tocaría los labios, y el griego, iluminado, soltaría su frase llena de enjundia, capaz de colmar la avaricia de un rey; sin saber que un día, una mujer vilano desearía flotar más que nada en el mundo y seguir siendo una ignorante en cuestión de física.


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El Funambulista

Bordeo el agujero como un funambulista que baila en su cable. Hooop. Doble salto mortal. Ufff … casi se me resbala la zapatilla. Se enganchó justo por el lugar del remiendo, meeenos mal, menos mal. Ahora reverencia, medio giro y saludo. Sonrisa confiada para el público y otra vez y otra más, ¡cómo le pesa la silla al payaso hoy!casi se diría que no es la de siempre. Un momento… pues claro que no es «la de siempre», Gianni está en la cama, sudando la gota gorda. Entonces ¿quién diablos está al otro lado del cable?
Pirueta y me acerco sombrilla en mano, a ver a quién ha decidido cargarle el muerto Friedrich, que ya te vale Friedrich, tú y tu afan por il contatto humano, merde, un día ese contatto humano va a ser tan real que acabaremos en urgencias el contactado y yo. Pero serás animal, Fredericco, ¡pues no me ha mandado al viejo!. Come vai Massimo!? le susurro al gastado saco de huesos. Ze shooou mastt gooouin onnne,me guiña el abuelete con una arruga que quiere ser una sonrisa.

Massimo me tiende la cinta en la que van escondidos los globos. Es increíble cómo la gente sigue clavada ahí, mirando en nuestra dirección, como un banco de peces. Si ahora me cayese, gritarían todos a la vez; mierda, Friedrich, al abuelo se le ha olvidado ponerse resina en las manos. La cuerda de los globos está suave y resbaladiza. Tú y tus fabulosas ideas: que el público ya está acostumbrado a lo de siempre, que a esto hay que darle vidilla, que por qué no combinamos el número de magia con el del cable, que si patatín que si patat…¡Massimo por Dios, sácate la cuerda de la boca!. Todos sabemos que fuiste un gran payaso, pero eso no tiene ninguna gracia. No en este número Maaaassimo ¡Massimo! pero ¡qué diablos pintan aqui tus ratones amaestrados!
Suzie4 acaba de salirsete del bolsillo tío, como me tenga que aguantar uno de sus mordiscos, la vamos a tener. Suzie, sususususus. Qué jodida Suzie4, ha soltado los globos con sus patitas, si yo tuviera tus ventosas, me hacía de oro en esto, saco de piojos, veeen aquí eso es, ¿quieres talco ehh? mira en mi chaleco, mira, venga venga venga, vaaaamos Joder.. ¿Aplausos? ¿Qué aplaudís ahora, cretinos, que un pobre diablo sea capaz de conseguir que una rata de compañía pase por un hilo y se meta en su bolsillo? Claro que, a trescientos metros es otra cosa ¿no? ¡ohh qué original , blablabla! . Cuando salga de esta mataré a Friedrich, envenenaré a Suzie4 y me mearé en las gachas del desayuno del viejo, eso es, se van a enterar todos, se van a enterar …
¡A qué viene ese pitido!Que si me voy a marchar de ¿dónde? ¿Pero no ve que estoy aparcando oiga, no ve que acabo de llegar después de dar vueltas durante una hora buscando este maldito sitio, no ve que el jefe del camión de mudanzas acaba de cargarse a los hombros una silla y que el dichoso camión no se moverá de ahí en una hora; no ve que los operarios del ayuntamiento tendrán para rato, con ese bendito cable de las luces de Navidad; No ve que en el árbol que está a dos palmos de sus narices se amontonan los cagarros de perro, dispuestos para que su niño de usted meta los zapatitos directamente ahí ?; ¿Nooo se da cuenta de que las palomas me acaban de bautizar el parabrisas, No ha observado esa grieta en el asfalto por la que está a punto de abrirse la acera y tragárseme?. ¿Y dónde, digo yo, están mis aplausos?


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Los ángeles custodios

Algo le había rozado el hombro derecho y le puso la piel de gallina. Cuando se volvió, creyendo que encontraría a su lado la pluma de alguna gaviota, los encontró sentados junto a ella, mirando amanecer. No se sorprendió en exceso, pues estaba acostumbrada a sentirlos. Solía bromear con otros acerca de sus dos ángeles custodios: “-Si todo el mundo tiene uno, en mi caso tiene que haber lo menos, dos”, reía Iubira, cuando nadie se explicaba como, habitando un universo paralelo, lograba sobrevivir en el mundo de tres dimensiones, tan lleno de semáforos y de porfavores.

Tenían el mismo aspecto que hace años, cuando era niña y los vio, reflejados en un charco. Aquel día le había gritado a su abuela: – «Abuelaaaaaaa, he visto a dos ángeles» . Y su abuela, que estaba sentada sobre unas mudas para acabar de plancharlas, le peinó las trenzas, le dió la merienda y le hizo prometer que no le contaría eso a nadie. No lo contó y desde entonces, nunca había vuelto a verlos. Sin embargo, notaba su presencia en la masa del pan, en el borde liso y suave de las sábanas y en otras mil pequeñas cosas.

Y allí estaban. Habían querido ser los primeros en manifestarse, por aquello de llevar tanto tiempo mirando sus andanzas en silencio. Se quedarían siempre que ella no decidiese echarlos. No ocuparían sitio. El uno se encargaría de reparar daños y mitigar dolores. El otro de las caricias y del problema del aparcamiento. El resto a convenir.
A Iubira le pareció bien. Los abrazó y los dejó jugando en la playa, mientras ella comenzaba a recorrer el Delta (continuará….)


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Angustia

El vértigo. Las mariposas. La boca del estómago que se cierra. La ceguera. La glotis seca. La nada y luego nada y otra nada en la nada. El aire en las mejillas y una voz que pregunta si hay pan o si mañana es jueves. Y luego el desayuno, los cubiertos… Buenos días y gracias y por favor y derramarse en cada pequeña cosa, por no hundirse de nuevo en el vacío. La nausée resulta ahora un bonito ejercicio espiritual, cuando uno no sabe dónde queda su casa.
Mirar desde el espejo debió ser divertido tan sólo para Alicia, o quizás para el perverso que decidió enviarla allí detrás. Hay un grito lleno de cuchillos tapado con algodón para que nadie se corte.- Sería inadecuado-


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El sol le dió en los ojos a Iubira

Os copio aquí un fragmento de la tierra de Iubira. Como siga así; una de dos: o acabo esquizo perdida o publico unos cuentitos. Besos a todos. Iubi

El sol le dió en los ojos a Iubira, que se había dormido junto al fuego, abrazada a sus libros. Mientras palpaba el suelo con pereza para averiguar dónde habrían ido a parar sus gafas, le vino a la memoria Víctor Moreno; ese descamisado que le recordó que su artritis precoz era de alma. Moreno; como quien se sacude una mosca, le había dicho que leer era tarea de locos, que nadie en su sano juicio se refugiaría del mundo en los mundos de otros. Él mismo era un enfermo; decía, que se había pasado años contándoles a los demás que tal o cual libro era imprescindible, para darse cuenta ahora, en su penúltimo despertar, de que todo lo que había vivido como cierto era una falacia.
Ella le creyó; pero sólo en parte. Lo justo para saber que algo de lo que Víctor decía era cierto. Lo necesario para seguir en la incertidumbre; única forma de cordura que le quedaba. Por eso, seguía amando a sus libros como a gente y acariciándolos de noche, no fuera a ser que se sintieran solos.

Recuperadas las gafas, rebuscó en su bolsa, sacó el lápiz y el cuaderno que llevaba siempre consigo y escribió:

Los regalos de Itaca son muchos y

de entre todos ellos, el mar,
que hoy nos conoce,
trae un aquí y ahora.
En la tierra amarilla de Iubira
se ha amanecido un sol de nuez moscada.